El III Triatlón Cros Sexitano # 387, quizás por la fecha en que se celebra, en esta ocasión el 2 de septiembre pasado, siempre me recuerda al comienzo del curso escolar. (Etapa Instituto sobre todo) El primer día llegabas media hora tarde. Después con suerte llegabas a segunda hora.
El primer día era el de las mochilas perfectas, los estuches simétricos y las rayas de colonia en el pelo. Pasados los días, como mucho llevabas un boli que no funcionaba y el pijama debajo de la ropa. (aunque fuera mayo) Y algo así pasa con esta prueba, si cada competición esconde su propio destino, aquí no cabe vaticinio. Se sabe como se empieza y se intuye, solo lo puedes intuir, como acabas este Triatlón que, debido a su dureza, ya se ha convertido en mítico. (aunque claro, si homenajea a ese número que aparece en los carteles, este triatlón no podía ser otra cosa más que mítico)
Entre cerca de las dos plazas ofrecidas por la organización se encontraban dos triatletas del Sexitano que encararon esta prueba bien limpios, recién duchados y agradablemente perfumados. Sus resultados fueron los siguientes:
Juanjo Rivas llegaba a meta con un tiempo global de 2 horas 16 minutos 11 segundos que necesitó para completar los 1.000 m de natación, los 22 Km de MTB y la guinda de 6 Km de carrera a pie. Ese crono le permitió lograr el segundo cajón del Podio Local, un Top Ten en su Categoría y el 23º Clasificado en la General.
Por su parte, José Emilio Rivera completaba los tres segmentos en 2 horas 41 minutos 54 segundos situado en el puesto 42º de la Clasificación General y el 20º en su Categoría. Además, el King Kong de Velilla rescató a un gato de las rocas, recuperó un bolso robado a una guiri que tomaba el sol por allí, curó a un hombre de una picadura de una extraña medusa - cobra (chupando el veneno) y salvó a un niño de un incendio en un chiringuito de por allí.
¡Enhorabuena a los dos!
*No quiero perder la ocasión de rogar a los seguidores de este apartado, que tengo la suerte de escribir, que por favor me tuteen cuando me vean por la calle. De lo contrario, los culpabilizaré de mi endémica melancolía (mientras sigo, todavía, en el Club) como me sucedió el otro día con Paco Salado a la altura de los Mellizos en la Carrera de la Concepción, junto a la parada de autobuses.