Cartas al director/ Lucía González
Siento pena por Albert Rivera como si fuera familia mía. Ahora ya no nos acordamos, pero Albert vino a darnos aliento, a ponerle las pilas a los políticos, a sacar a la luz un problema de desigualdad nacional que empezaba en Cataluña, sin complejos.
Luchó siempre por La Constitución, con lealtad y nos recordó que las cosas se pueden hacer bien desde el centro. Vino a romper el bipartidismo y a plantarle cara a “tanta cara” que había mucha y vivían muy bien. Supo ponerles las pilas a todos lo que vieron en él una amenaza real de alguien especial que vino a ampliar derechos, y nunca a reducirlos.
Vino a desempolvar a la corrupción a darnos ganas de volver a votar, vino a centrarse en las personas sin importar los ideales políticos, él quiso respetar a todos sin importar la religión u otros corsés. A representar a todos los modelos de familia, a respaldar a los autónomos, a quitar el impuesto de sucesiones, a hacer un país más justo en sanidad sin importar tu comunidad y también a poner orden en una educación con 17 sistemas.
Nos llenó de ilusión como en su día lo hizo Adolfo Suárez. Era un tío normal, buena persona y buen político, que también se equivocaba y lo ha pagado caro. Predicó con coherencia temas de interés para todos. Guapo e inteligente, honesto y sencillo, era uno más.
Estoy segura de que, de una ideología u otra, todos han pensado en votarlo alguna vez, independientemente de donde hayan introducido ahora su papeleta. Empezó desnudo y casi igual de desnudo, pero con ropa, ha terminado hoy su discurso de despedida.
Me da pena que se equivocara, me da pena que muchos de sus apoyos y votantes se perdieran en el camino, que haya tenido que predicar justo él con el ejemplo que venía pidiendo a muchos -la dimisión por resultados políticos- cuando entró en política.
A él le ha tocado estar en lo más alto de su propia gesta política y en lo más bajo, pero con honestidad y haciéndolo como mejor creía.
Somos muchos los jóvenes o bueno, ya no tan jóvenes, que nos ilusionamos con Ciudadanos, que entendimos que representaba el centro y que el centro es lo mejor. Que no nos defraudaría pues pactaría leyes y acuerdos cerrados, aunque a veces el apoyo fuera incomodo. Confiábamos en un programa electoral que nunca abandonó la libertad y el respeto. Siempre buscó avanzar y mejorar, y se pudo equivocar precisamente por no defraudar, pero ahora, ello le ha llevado a abandonar.
Que lo sepas Albert:
Has dejado un gran legado lleno de esfuerzo e ilusión, daba gusto verte hablar, defender tus ideas siempre en pro de la libertad y la igualdad, verte trabajar con una sonrisa recorriéndolo todo, hacer el tonto, daba gusto coger una bandera a la que conseguiste quitarle el San Benito de fascista. Tú empujaste a Sánchez a poner la primera bandera presidiendo un mitin socialista. Daba gusto como te currabas las redes sociales, como te manejabas por los platós de televisión siempre contento y entusiasmado. Contestando ilusionante y siempre en MARCHA.
Y que como decías en tantas ocasiones, que no haya de nuevo diferencias entre los rojos y los azules.
Has plantado la semilla de una política diferente que esperamos, resurja como el Ave Fénix.
De los errores se aprende y yo desde luego estaré ahí o trataré de aportar mi grano de arena para que la cordura vuelva a nuestro panorama político. Que entre todos lo logremos y se corra la voz.
¡Muchas Gracias y mucha suerte!
P.d. Repetimos foto cuando quieras ahora que volverás a ser un buen dominguero.