Pasados 23 años del 18 de agosto en el que desapareció la joven motrileña, una sola petición: Que su caso no caiga en el olvido
Los que trabajamos informando en la costa de Granada tenemos un suceso en nuestra memoria que difícilmente podremos olvidar. La llamada de unos padres desesperados porque Mari Tere, su hija de 18 años había desaparecido.
Recorrieron todos los pueblos y provincias próximas. Buscaban desesperadamente a su hija y necesitaban toda la ayuda posible.
También llegaron a la Televisión de Almuñécar para pedir nuestra colaboración. Nos contaron entre lágrimas que Mari Tere había bajado del cortijo en coche con su padre hasta una céntrica calle de Motril. Desde allí se iba a unir a un grupo de amigos para bajar a la feria. Se despidió de su padre y cruzó la calle. Lo último que hizo es mandar un mensaje corto al móvil de su novio que decía: "puede que tarde pero voy, espérame". Pero nunca llegó. Se desvaneció por completo y nunca más se supo de ella.
“Recuerdo a sus padres, estaban desencajados de dolor, habían pasado algo más de 48 horas y no tenían ninguna pista. Mientras grabábamos la entrevista recordé a mi hija, tenía la misma edad, 18 años, una niña. Salí un momento del estudio y la llamé a casa para saber que estaba bien. Después rompí a llorar”.
Para Antonio Fernández y Teresa Martín han pasado 23 años de tristeza y desconsuelo. Aunque se abrieron varias líneas de investigación ninguna de ellas llevó a la Policía Nacional a encontrar la más mínima pista sobre su paradero o para saber lo que pudo suceder aquél 18 de agosto de 2000.
No hay novedades, ninguna, a pesar de ello la investigación continúa abierta en el Juzgado de Instrucción 5 de Motril.
Ojalá algún día podamos contar que Mari Tere ha regresado a casa. Su familia podría volver a sonreír y sería el mejor broche de oro a mi vida profesional.