Playa, sol, amigos, bollos de aceite y huevo duro, chocolate, filete empanado, tortilla de patatas, sangría, rebujito… Estos platos son los más habituales por San Juan en las playas de Almuñécar y La Herradura.
Los amigos, la familia, casi siempre en grupos grandes, se reúnen en torno a la hoguera en primera línea de playa para compartir una jornada muy especial.
En la tarde del 23 de junio, llegan una decena de autobuses extras repletos de jóvenes procedentes de diferentes puntos de Andalucía. Granada, Jaén, Córdoba…. Ciudades sin costa cuyos jóvenes ya tienen la costumbre de darse una escapadita a las playas por San Juan.
Todo se celebra con alegría, con música, con papelitos doblados que ocultan deseos y males por igual. Lo negativo al fuego y los deseos al mar… esa es la tradición, aunque cada uno lo hace a su manera.
Al llegar la media noche se encienden las grandes hogueras y todos se acercan a la orilla para cumplir con la costumbre de “lavarse la cara” en el mar para estar más guapos y sanos. Aunque ahora, los jóvenes no se resisten a adentrarse en el agua por completo, si es desnudos mejor, así los deseos se cumplen con mayor intensidad y la belleza pedida se extiende por todo el cuerpo de forma saludable.
Y así, conversando, cantando, riendo, comiendo, bebiendo e incluso retozando, pasa la madrugada bajo la atenta mirada de los agentes de seguridad que, desde las aceras revisan bolsos y vehículos sospechosos por aquello de impedir que los más listillos introduzcan o o negocien con sustancias no legales y/o peligrosas.
Y en ese trasiego pasan las horas y llega la luz del sol tras una noche tan intensa como mágica.
Es entonces, al llegar el día, cuando la arena se presenta repleta de bolsas, latas, botellas y todo los residuos que los más incívicos han dejado tirados, sin molestarse en recogerlos y depositarlos en los contenedores repartidos por todo el litoral. Y es aquí cuando llega el turno de los operarios de limpieza. Ellos no han pasado la noche en la playa. Ellos han descansado unas pocas horas para madrugar mucho y comenzar a limpiar lo que otros han ensuciado. Y lo consiguen, con mucho esfuerzo y una magnífica coordinación lo dejan todo impoluto mientras los visitantes de la noche de San Juan abandonan la arena para regresar a casa, despidiéndose de los amigos que han encontrado en esa escapada tan deseada.
Y cuando ellos se van llegan los de casa. Los vecinos, las familias, los grupos de amigos con niños pequeños e incluso la abuela. Y se monta el chambao, la mesa, la nevera y el cubo con hielo para que todo esté fresquito. Y se sacan los tuppers repletos de filetes empanados, tortillas de mogollón de huevos, salpicón, langostinos cocidos e incluso el jamón. Y a volver a reír, a bañarse, a jugar al boley con los más pequeños. Toca de nuevo compartir, recordar, ponerse morenos, contar chistes y lucir el bikini de la temporada.
Todo esto y mucho más es San Juan en Almuñécar e imagino que en el resto de la Costa Tropical. Lo tuvimos prohibido durante dos años, pero ha regresado. Y no saben cuanta alegría nos da volver a vivir de nuevo y sin miedo nuestras tradición de celebrar a nuestra manera la fiesta de San Juan.
Hasta el año que viene.
Mariló Joya