EDITORIAL
Cuarenta y dos mujeres y ocho menores. Este es la macabra cifra de personas asesinadas en manos de sus parejas, padres, hijos, supuestos seres queridos que acaban con sus vidas en nombre de un falso amor enmascarado en celos, odio, venganza y crueldad máxima.
Medio centenar de hombres de todas las edades que han acabado con las vidas de sus parejas, hijos y madres, decidiendo después algunos de ellos quitarse la vida.
Si de verdad las hubieran amado podrían haberse quitado la vida antes de destruir a tantas familias que han perdido a las personas a las que querían de verdad, madres y padres que han perdido a sus hijas o nietos, hermanas destrozadas, hijos incapaces de entender el porqué de algo tan doloroso e injusto.
Hoy hemos visto momentos muy emotivos en el acto celebrado en Almuñécar con motivo del homenaje a las víctimas de violencia de género y vicaria en este 25N. Seguro que igual de tristes y dolorosos que todos los que se han llevado a cabo en cada uno de los rincones de nuestro país.
Este mismo domingo, víspera del 25N, un hombre de 48 años mataba a su mujer, de 46, en la localidad sevillana de Estepa, antes de quitarse la vida dejando a dos hijos pequeños huérfanos.
Y precisamente hoy, en Orihuela, una menor de 15 años ha sido asesinada por su novio de 17 años. El horror en estado máximo.
La violencia de género una de las lacras más graves e importantes que vive nuestra sociedad en todos sus formatos. A estos modos de arrebatar la vida se ha sumado, tal y como manifestado el alcalde de Almuñécar Juan José Ruiz Joya durante la lectura del manifiesto del 25N, la "violencia de género digital". Una nueva fórmula de hacer dañó que nos preocupa a todos los que tenemos hijos y nietos porque afecta principalmente a menores, niños y especialmente niñas que están siendo atacados a través de redes sociales con amenazas, vídeos que graban para mostrarlos y burlarse de ellos, agresiones grabadas y publicadas y amenazas.
Algunos de estos menores han tomado medidas pidiendo ayuda a sus familiares, profesores o médicos, otros han sentido vergüenza y han decidido quitarse la vida creyendo que esa era la única forma de salir del acoso y terror al que estaban sometidos en su entorno de falsas amistades, compañeros de clase o simplemente otros menores agresivos y violentos de sus entornos.
Hoy veinticinco de noviembre conmemoramos el Día Internacional Contra la Violencia de Género y lo hemos conmemorado con cincuenta nombres, cincuenta velas, cincuenta flores repartidas y multiplicadas por muchos miles a lo largo de todo el país en recuerdo de las 50 víctimas que se han contabilizado desde el 1 de enero de 2024 hasta hoy.
Y esto parece no tener fin.
A título personal como directora de un medio de comunicación comarcal y a pequeña escala situado al sur de Granada, siempre me he preguntado si hacemos bien contando de forma detallada como se producen estos sucesos. Abrir cada día los informativos de las grandes cadenas de información con nuevos nombres de víctimas, imágenes y relatos que cuentan el cómo, dónde y porqué, contando detalles que pueden servir para que otros seres malvados puedan llegar a copiar este macabro modelo de destrucción, o que puedan llegar a pensar que si otros lo han hecho porqué ellos no...
No lo sé, es algo que me ronda la cabeza desde hace años. Esa es mi gran duda desde hace 4 o 5 décadas comenzamos a tener datos de violencia de género transmitidos en los informativos mientras comíamos cada día llegando a normalizarlo o a verlo casi habitual.
Está claro que los asesinatos machistas han existido toda la vida y a lo largo de toda nuestra historia. Sabíamos que existían pero no teníamos datos referenciados ni imágenes detalladas ante nuestros ojos.
Hoy, 25 de noviembre de 2024 hemos vuelto a decir NO a la violencia, a los asesinatos machistas y a los asesinatos de hijos en manos de sus padres. Decimos NO a tanto odio como se está generando a través de una sociedad en la que las redes sociales y el anonimato amparan a los violentos.
Hoy, en el acto celebrado en Almuñécar, una familia lloraba rota de dolor por haber perdido a dos familiares víctimas de violencia de género. Todos estábamos emocionados porque el momento que vivimos cada 25N cuando se enumeran uno a uno los nombres de las víctimas es difícil no tener que tragar saliva para evitar las lágrimas, pero en esta ocasión no hemos podido. Hoy todos hemos llorado porque cuando conoces a las personas que lo han sufrido en su entorno familiar todo es mucho más duro.
Y no sabemos que podemos hacer para evitar que esta lacra social siga aumentando más allá de llorar y rezar porque acabe de alguna manera u otra. Ya sabemos que hacen falta medidas judiciales mas duras. Probablemente también tengamos que replantearnos la forma en la que se informa sobre estos asesinatos con hechos detallados y explícitos. Es necesario que se endurezcan las leyes para los asesinos de mujeres, de hijas e hijos, de madres, se pasen la vida en la cárcel sin opción a salir, tengan la edad que tengan. Que esas cuatro pareces de las prisiones sean el único lugar en el que tengan cabida.
Que triste es que cada año tengamos que vivir un día como el de hoy en el que escuchamos o leemos los nombres de tantas mujeres y niñas asesinadas y que las lágrimas y el dolor de sus familias sea compartido por todos los que asistimos a esta macabra pero necesaria denuncia.
Porque las queremos vivas, nos queremos libres y seguras, especialmente en nuestro entorno familiar y en los centros educativos y el entorno de amistad de nuestros hijos, hijas, y niet@s.