Mariló Joya/EDITORIAL.
Ya nos ha quedado claro. Para Vladímir Vladímirovich Putin, político, abogado y ex-agente del KGB, todo vale para lograr su objetivo de recuperar Ucrania y conseguir restaurar de nuevo la soberanía rusa y el imperio zarista que considera perdido.
Putin ha provocado el mayor éxodo de ciudadanos europeos desde la segunda guerra mundial y ha amenazado al mundo entero advirtiendo que si la OTAN entrara en Ucrania para defender al país, hará uso del mayor arsenal nuclear del planeta sin ningún tipo de reparo.
El mundo entero permanece atónito e impotente ante las imágenes de la incomprensión, la injusticia, la destrucción y el terror que nos muestran los medios de comunicación que aún están trabajando en la zona de conflicto, mostrando la desesperación y el miedo de miles y miles de personas, mayores, niños y ancianos, que huyen con lo puesto de sus hogares en un intento desesperado de salvar la vida.
Hoy tenemos que preguntarnos que puede haber desencadenado la intervención militar de Rusia contra Ucrania. ¿Acaso Putin y todo su gobierno han perdido de repente la razón? Todo lo que vemos y escuchamos sobre este sin sentido parece formar parte de una terrible pesadilla de la que necesitamos despertar cuanto antes.
En esta época de diálogo y negociación nadie lo esperaba. Los expertos en conflictos bélicos anunciaban que al final Putin echaría el freno a sus amenazas, pero nada más lejos de la realidad. El presidente ruso ha dicho en defensa de sus acciones indefendibles, que lo que está pasando “es una medida forzosa" y que no “han dejado otra opción que la guerra”.
Pero siempre hay opciones...
Cuando comenzaron los ataques, China, Venezuela, Nicaragua, Irán, Siria o Cuba se mostraron como aliados de Rusia en la ofensiva. Ahora, cinco días después del comienzo de los ataques, China, la gran potencia mundial, se ha desmarcado -sin mojarse demasiado- y se ofrece para mediar e intentar poner fin a los ataques contra el país y la población civil ucraniana en nombre de “la paz y la justicia", haciendo "todos los esfuerzos diplomáticos posibles” que ojalá funcionen.
Y mientras todo esto pasa, los ciudadanos de a pie no podemos hacer otra cosa que lamentar y denunciar esta guerra tan barbarie. Todas las guerras son injustas e injustificadas, pero esta, que proviene de un país supuestamente civilizado y poderoso se entiende aún menos.
Hoy hemos visto como muchos ciudadanos rusos se sienten avergonzados y queman sus pasaportes mientras piden perdón al resto del mundo por lo que está sucediendo en nombre de su país. En todo el planeta se suceden manifestaciones y protestas por la guerra, mientras que en Rusia son detenidos todos aquellos que se muestran contrarios a la invasión de sus vecinos de Ucrania.
A los que estamos en el otro bando de Putin y de todos aquellos que ven en la guerra una forma de defender sus ideales, religión, soberanía y bandera, sólo nos queda tristeza, impotencia y mucha rabia, o la opción de cerrar los ojos y taparnos los oídos para no ver, escuchar y sufrir por algo que, desgraciadamente, no podemos evitar.