Por Josué Díaz Moreno
Nuestra premiada es alguien con un brillo incómodo. No luce para agradar, tampoco para convencer. Brilla porque sí, con esos destellos que intimidan, tan seguros de sí mismos, capaz de mantener el fulgor sin titubeos, una incandescencia tenaz y firme, incombustible. Son veinte años ardiendo en la fragua, manejando con mucho tesón el arte de un oficio, el de la comunicación, cada vez más precario y complejo.
Su proyecto magno nació una noche de San Juan, dos decenios atrás, porque nuestra premiada tiene también un poco de bruja piruja y, como buena sexitana, cree en la magia del mar antiguo, las lunas llenas y las noches cortas. Parió así su tercer hijo, Infocosta Tropical, pues en el decir de su segunda hija, el primer periódico digital de la Costa Tropical es uno más de la familia Ledesma-Joya, el niño mimado de la casa que tantos cuidados y atenciones acapara.
Pero antes de nacer Infocosta, nuestra premiada llevaba ya otros veinte años haciendo periodismo local, contándo las historias y sucesos de este rincón del Sur. Mariló no lo tuvo fácil. Mujer trabajadora, emprendedora, en un tiempo de hombres, osada en una tierra apocada, inconformista entre miles que se miran el ombligo, residentes empachados de un paraíso esquivo que nunca termina de palparse.
Durante mucho tiempo escribió crónicas, columnas y editoriales sobre política local, pero intuyo que se cansó y perdió la motivación. No sé qué molestaba más a los partidos de turno: que estuviera en lo político sin ser política o que fuera mujer.
Tuvo buenos maestros, pero su saber tiene mucho de autodidácta. Traía de fábrica la perseverancia, la autoconfianza y una pasión irrefrenable por la comunicación. Como nació para contar cosas, su naturaleza no le hubiera permitido ser otra cosa. Periodista porque sí. No tuvo elección. Con aquella fuerza que le brotaba, que aún le brota, más que inventarse supo escucharse y obedecerse, creer en sí misma, aprender de los errores y mirar hacia adelante, siempre hacia adelante. Y fue así como ha ido construyendo este proyecto comunicativo que es ya tan marca nuestra como los subtropicales, las playas o los problemas de aparcamiento en verano.
Mariló es una mujer directa, de oraciones cortas, más de verbos que de adjetivos. Por eso, pienso, su mayor virtud es ese pulsómetro que le tiene tomado a la calle y a través del cual nos cuenta nuestra actualidad: quiénes somos, qué hacemos, qué nos sucede, por qué nos sucede. En Infocosta Tropical está toda nuestra historia reciente: nuestras tragedias, nuestros proyectos fallidos, nuestros dramas sociales, nuestras fiestas, nuestros sueños y esperanzas, nuestra cultura, nuestros muertos, nuestros vecinos insignes y populares.
Como a través de los grandes medios nacionales, uno puede estudiar nuestra tierra a través de Infocosta: el derrumbe del puente de la Autovía A7 en Torrecuevas, el desastre de aquella nube negra fatal el 21 de septiembre de 2007, las movilizaciones por Rules, las campañas electorales y las pugnas partidistas por el poder, los plenos bananeros, la política de transfuguismo y garrotazos, los éxitos deportivos y culturales de nuestros jóvenes, nuestra Semana Santa, nuestro 15 de Agosto, nuestras cruces y todas nuestras fiestas populares. Todos estamos ahí dentro, en sus páginas virtuales, hablándonos, releyéndonos, redescubriéndonos en lo que Infocosta Tropical nos cuenta y nos dice cada día sobre nuestra tierra.
Yo, que he vivido algunos años tierra adentro, con la morriña triste de quien extraña el Sur, amanecía cada día, café en mano, con la lectura de Infocosta Tropical. Y créanme que ayuda a sentirse más cerca, y alivia. Fue así también como empecé a escribir un artículo de cuando en cuando —el primero lo publiqué en 2009—, animado por el ejemplo de Mariló: se puede y se debe escribir sobre lo nuestro, porque Almuñécar y la Costa Tropical tienen sus propios universos creativos, y merecen tener quienes nos cuenten quienes fuimos, quiénes somos, por qué somos cómo somos, qué seremos.
Mariló, por encima de todo, ama a Almuñécar y a sus gentes, a quienes, precisamente porque conoce bien, saber perdonar cuando nuestro yo morisco se excede con ella en el ejercicio de la malafollá. Y su trabajo nos ha ayudado a situarnos en el mapa, más allá de la provincia, a hacer visibles y escalables nuestras preocupaciones y vindicaciones, nuestros desatinos, perturbaciones y maldiciones.
No es que Infocosta cuente la realidad, es que ayuda a construirla porque es también agente vivo de la comunidad. Pienso que uno de los grandes valores de Infocosta Tropical es que, sin renunciar a su naturaleza de cuarto poder, es sobre todo un espacio al servicio de nuestras gentes, una plataforma comunicativa accesible a todo aquel que necesite un altavoz para elevar una protesta, para compartir un dolor y una pena o para invocar la solidaridad de nuestros vecinos, sin duda una de nuestras mayores grandezas.
Nació en un mundo que se caía, cuando la difícil transición del papel al digital, y hoy es un referente de los nuevos tiempos comunicativos en nuestra comarca. Hay otros medios y más que seguramente vendrán, y no sé si te quedan diez, veinte o treinta años más, pero sin duda, tu obra, Infocosta Tropical, es ya imperecedera. Y por eso, Mariló, te mereces ese bonito reconocimiento final con el que tu querida familia puso el broche a la gala del 20 aniversario de Infocosta: premio a la joya de la comunicación de la Costa Tropical.
Enhorabuena.