“Almuñécar entonces: el adiós a un grande, Pepe Almagra”
Josué Díaz Moreno/ Un relato a la memoria de José Jiménez, contado desde el mañana
• ¡Pepico, ya estás aquí!
• ¡Abe, qué alegría verte!
• No tienes remedio. Di la verdad: te morías de ganas por chismear la que teníamos montada aquí arriba.
• ¡Ya me conoces! Os echaba de menos…
• ¿No podías haberte esperado un poco? Has dejado sólo a Antoñico “Portamar”.
• Se apañará bien, aunque echaré de menos chincharle. ¿Se puede chinchar desde aquí a los que se quedan allí?
• Sí…Ya te enseñaremos.
• ¿Llegaron todos aquí?
• Sí… Ninguno tenía pecados capitales.
*Dicen que un corazón humano que se detenga cerca de los 80 años late un promedio de 3.400 millones de veces desde su nacimiento. La madrugada del 26 de febrero del año 2025 se paró para siempre la cajita de latir de José Jiménez Martín, más conocido como Pepe “Almagra”. Y en ese mismo instante, los corazones de cientos de cofrades de la Virgen de los Dolores y tantos otros hermanos en Cristo de la semana santa sexitana sintieron a la vez un pellizco incómodo en su pecho.
Fue, describe la mayoría, como una interrupción abrupta de la cadencia, como un mordisco al segundero de los latidos, como un tajo abierto en el tiempo. Aquellos que se asomaron al balcón buscando en el cosmos las respuestas para aquel sobresalto fueron testigos de un fenómeno difícil de calificar: una luminaria que parecía partir de los edificios de la Avenida de Europa encendió un surco, una doble hilera de luces chispeantes, sobre la negritud del firmamento. De repente, recuerdan como si fuera ayer, el brillo de una estrella fugaz atravesó aquel camino por su centro en dirección ascendente. Durante varios segundos, aseguran, escucharon la canción de la Virgen de los Dolores como tarareada por una multitud lejana y un olor a incienso y a cuaresma se les metió en las narices de forma brusca.
* • Bueno, vamos a ponernos a funcionar, ¿no?
• ¿Ya vienes rabiando, Pepe? Tranquilo, aquí todo es más relajado…
• Pues para eso mismo he subido aquí, para poneros las pilas, que estáis muy apagados. ¿Sigues llevando la hoja y el boli de bolsillo para anotar?
• Hombre...
• Pues venga, sácala y vamos a trabajar que se nos echa el tiempo encima, y estos se han quedado allí con la pena y verás que esta Semana Santa les pilla el toro… Pero antes dime una cosa, Antoñico, ¿fue cosa tuya verdad?
• Pepe, no me mires así que sé por dónde vas…
• Hombre, tu verás: 56 años ininterrumpidos de El Paso y va y llueve justo el año de tu muerte.
• Pepe, palabra, no tuve nada que ver.
* Pepe Almagra tiene una sección propia dentro del libro “Almuñécar entonces”, un manual “escrito a trompicones”, como refiere su autor, que recopila algunas de las crónicas sociales, hechos históricos y tradiciones de la Almuñécar de principios del siglo XXI.
La figura de Pepe Almagra es destacada en la página 175, dentro del Capítulo II titulado “Grandes de Almuñécar”, dedicado a los personajes que forjaron la historia y gozaron del cariño y el amor de las masas populares. También en los cronicones de entonces aparece frecuentemente referido su entierro y los días posteriores.
Nacido tras la I Guerra Civil española, el 31 de julio de 1946, sólo tuvo un hermano, Paco “el Gallo”, otra figura célebre de aquella Almuñécar. Huérfanos de padre a temprana edad, fueron criados por su madre en el seno de una familia humilde y trabajadora del barrio del Castillo. Desde muy pequeño y de la mano de otro grande de Almuñécar, Rafael Banderas, tío del internacional actor malagueño, se introdujo en la cofradía de la Virgen de los Dolores. Al principio simultaneó su participación en la cofradía con la OJE. Y ya de joven, junto a otros como Pepe Mariano, Joaquín Ramírez, Paco Díaz, Antonio Díaz y los hermanos Guerrero, se centró en la cofradía.
Este grupo aseguró el relevo generacional y consiguió superar exitosamente, con mucho trabajo y saber hacer, los años malos que las crónicas de aquel tiempo definen como de decadencia de la semana santa de Almuñécar.
En el año 1973, aún en dictadura, Pepe Almagra fue elegido Hermano Mayor de la Virgen de los Dolores, cargo que ocupó hasta el año 2009. Aunque si prestamos atención a los muchos testimonios de sus compañeros, Pepe Almagra mantuvo volcada toda su fuerza vital al servicio de la cofradía hasta el final de sus días. Era esa, precisamente, según el decir de sus compañeros, una de sus virtudes: la entrega sin límites, el liderazgo basado en el ejemplo y el “do de pecho”, el sacrificio, el vivir sin horarios, domingos ni festivos, el todo para la cofradía y la cofradía por encima de todo.
“Tenía la energía de una tormenta, la fuerza de las olas del mar embravecido”, recuerdan sus compañeros de cofradía, quienes señalan que peleaba y discutía con vehemencia defendiendo su criterio. Al parecer, sus broncas eran temidas aunque luego quedasen en nada, porque la verdad es que Pepe no tuvo enemigos ni se le conoció enemistad alguna por motivos cofrades.
Otra de sus virtudes, que destaca también el autor de “Almuñécar entonces”, era que tenía una mirada omnifocal y un criterio de 360º, es decir, que estaba en todo. Lo mismo estaba pendiente de la cantidad justa de trozos de pan que debe haber en una panera de las mesas de la caseta de la feria de agosto, que de la cadencia milimétrica y diferenciada con la que los horquilleros debían mecer a la Virgen de los Dolores la noche del Jueves Santo según cada punto estratégico del recorrido procesional o de los segundos exactos que han de transcurrir en la ceremonia del Paso desde que los romanos impiden el paso a la Virgen de los Dolores hasta que su bendición levanta espadas y lanzas.
Por todas estas y otras virtudes su legado quedaría para siempre ligado a los grandes hitos y enseres de la cofradía: el viejo manto bordado en oro por monjas de clausura de Jaén y el viejo palio hilvanado de estrellas, el desafío de aquel trono de largos varales al iniciar el siglo XXI, las tulipas de cola, la incorporación de las mujeres horquilleras y mantillas, el sueño de una casa propia para la hermandad.
* • Tú verás Antonio, que este año se les complica la revista… Y a mi esto de la restauración de la Virgen me tiene mosqueado, anda que si se pone malo o le pasa algo al artista y no puede salir la Virgen este año, mira que les dije que se esperasen al verano… Y la lotería, ¿Quién vende ahora la lotería? Que es un dinero muy bonico para los gastos de la cofradía, que con la restauración, el nuevo manto y el préstamo de la casa hermandad...
• Pepe, no vayas a venir ya, relájate hombre, que aquí nuestras ocupaciones son otras. Seguimos ayudando, pero de otra manera.
• ¿Cómo?
• Te explico: es algo más sutil. A veces damos un empujoncillo al trono cuando van subiendo, ya de regreso, la cuesta de la Iglesia o cuando hacen la levantá final con el Nazareno; o nos colamos el Viernes de Dolores bajo el manto de la Virgen y vertimos un poquito de polvo de nubes para que la bendición llegue a todos los rincones de Almuñécar.
También vamos a los pregones, ¿te acuerdas de aquellas cacofonías raras cuando el pregón de Carmen Abenza en la Casa de la Cultura?
• ¿Y los de abajo lo notan?
• No, por lo general. Nuestra presencia es más fuerte en los momentos de emoción intensa, entre los estallidos de fervor popular y la intimidad de la fe. Por eso pasa desapercibida.
• …
• A veces, precisamente los más descreídos son quienes se percatan y entonces, ya sabes, del día a la noche se convierten en acérrimos de la semana santa y nuestras tradiciones.
• Como San Pablo.
• Como San Pablo… que no olvides que fue también Saulo el Incendiario.
• Sigues con tus abejorradas también aquí… hay que ver lo que te gusta dar porculillo al poder…
Pepe Almagra trabajó siempre en la construcción, siempre junto a su amigo Joaquín Ramírez. Empezó antes de los 14 años. Paró a los 65. Levantó con sus manos cientos de edificios y residenciales que fueron haciendo crecer a Almuñécar. De aquellos esfuerzos y labores en entornos no siempre salubres, le quedaron profundas heridas en sus pulmones asmáticos, cada vez más delicados.
Como todo hijo de aquella generación, tuvo también apetencia por la mar y la tierra. Domingos de playa bajo el chambao y sembrar huertas en su cortijo fueron dos de sus distracciones principales. La otra, el fútbol. Era un forofo del Barça, afición que llevaba al paroxismo. Cuando el Barça perdía se le ponía un humor de perros. Y si además ganaba el Madrid, Pepe perdía el habla y dejaba de comer.
Como buen albañil, fue un hombre mañoso y pulcro en detalles. Ese don de sus manos, acompañado de la inagotable vitalidad ya referida, quedaría plasmado en aquel sinfín de figuritas de belén navideño, de ropajes y atrezo para la Pasión Viviente y las carrozas de la cabalgata de Reyes Magos que durante años moldeó junto a sus compañeros de la Asociación Amigos de la Cueva de los Siete Palacios.
Todo esto se puede apreciar en las numerosas fotografías de la época, siempre con esa sonrisa tan natural y abierta que lo caracterizaba, como de niño orgulloso de sus juguetes, posando, por ejemplo, junto a su gran amigo Antoñico "Portamar" en el belén que ambos preparaban cada año.
Además de todo esto, fue también desde los inicios y hasta su final, activo colaborador de Cáritas, la asociación parroquial que prestaba asistencia social a las familias más vulnerables del municipio. Pepe tuvo siempre una gran empatía social en coherencia con su fe cristiana.
Los cronicones de entonces describen de manera recurrente la pena que dejó su muerte entre los cofrades sexitanos. Un tipo de pena lánguida, como de triste arte de pesca abandonado, que traspasó los contornos de la cofradía de la Virgen de los Dolores y se contagió al resto de cofradías y a gran parte de los barrios y vecinos del pueblo.
Fueron los días en que Trump negociaba la paz entre Ucrania y Rusia, cuando los Estados Unidos dieron un golpe de timón a la historia y Europa se quedó sola en un mundo que perdió las certezas. Algo de aquel miedo al futuro, de aquella nueva era de caos que perdía a sus símbolos, fue lo que sintieron también los cofrades y amigos de Pepe Almagra. Por eso alguien, en medio de aquella desolación, pidió al Gran Dios en su funeral que dejara de llevarse a los más grandes, que les dieran un respiro, y la Iglesia de la Encarnación entera estalló al unísono en un sollozo que retumbó en los nichos del Magnífico.
¿Cómo sería un Jueves Santo sin Pepe Almagra?, ¿Cómo sería contemplar a la Virgen procesionar sin la figura de Pepe?, ¿Quién osará ahora marchar en su sitio, delante de la Virgen?, ¿Cómo volver a una Junta de Gobierno sin escuchar sus regañinas y su buen juicio?, se preguntaban con gran desazón sus amigos cofrades. La pena era como un volcán que vertía coladas de desconsuelo y pesadumbre, porque Pepe Almagra había sido la inspiración para los cerca de mil cofrades que llegó a tener la cofradía en sus mejores tiempos. Con todos y cada uno de ellos Pepe tuvo un momento especial, unas palabras de motivación y aliento, un gesto de cariño que aquellas almas revivían ahora con gran congoja.
Muchos se quejaron entonces de que tuvo una muerte injusta, de que la imagen de su Virgen de los Dolores no pudo acompañar su entierro porque estaba en restauración, algo que el propio Pepe esperaba con ilusión. Por eso, aseguran los viejos del lugar, que el aplauso final con que sus amigos despidieron a Pepe no se extinguió del todo, que dura aún y se puede escuchar cada 26 de febrero a las 7 de la tarde en la Iglesia de la Encarnación.
El autor de “Almuñécar entonces” nos revela también, a partir de los datos estadísticos de los días posteriores a su fallecimiento, la magnitud de la figura de Pepe Almagra y el impacto que tuvo su pérdida sobre los sexitanos de entonces: En materia de empleo, por ejemplo: las cifras de productividad de los meses de marzo y abril de 2025 son los peores de la serie histórica. O en turismo: los días posteriores a su fallecimiento, que coincidió con el puente por el día de Andalucía, evidencian un aumento de las quejas de turistas. Algunas de las anotaciones que dejaron escritas en sus reclamaciones dan buena cuenta de la epidemia de pena que contagió al municipio: “Almuñécar parece apagada. A sus vecinos, siempre tan dicharacheros y vivarachos, se les nota pesados, cansados, como si arrastraran un quintal invisible”. Otro: “Hasta parece que hubieran perdido su mala follá, apenas hablan, tienen la mirada extraviada, como si los ojos se les hubieran mudado a otro lugar y no mirasen ya cosas de este mundo”.
Así se fueron sucediendo los días, con el peso del duelo y aquella resaca de penas parecía no tener fin. Pero poco a poco la ausencia de Pepe dejó de ser una herida abierta para convertirse en un faro, en una brújula que les hizo levantar el ánimo a todos los cofrades. Fue relativamente fácil redescubrirlo porque Pepe estaba presente en todos los momentos y acciones del calendario cofrade: revista, pregones, Viernes de Dolores, procesiones, cruces de mayo, caseta, lotería, belenes, etc. Como referían con gran orgullo los miembros de la Junta de Gobierno de la cofradía, “Pepe no se ha ido: Pepe sigue encima de todo”.
Con los años, la figura de Pepe Almagra no cesó de crecer y crecer. El tiempo no apagó su recuerdo, sino que lo agrandó. Con cada Semana Santa, con cada levantá y cada pregón, Pepe Almagra se convirtió en algo más que un hombre: en un símbolo. Su presencia no desapareció; simplemente, tomó una forma diferente. Su espíritu inmortal se puede sentir muy vivo en la fotografía que preside la entrada de la Casa Hermandad de la cofradía de la Virgen de los Dolores.
También, y aunque no hay evidencia científica de ello, señalan algunos cronicones que tras su partida las riñas y rivalidades se redujeron a la mínima expresión dentro de la cofradía. Seguramente se explique porque a cada discusión, los cofrades esgrimían el espíritu de Pepe Almagra para buscar la unidad y fraternidad. Así fue como su persona se convertiría en la referencia, la figura que encarna los valores y principios de la cofradía, el símbolo, la idea superior que define, une, inspira y mueve hoy en día a todos los cofrades de la Virgen de los Dolores para hacerla aún más grande.
* • Vamos Pepe, pasa adelante, que te enseño este sitio y vas conociendo como hacemos aquí las procesiones. Están todos: Pepe Mariano, Paco Aguado, Manolo Zancarrón, Quina, Lola, también Rafael Banderas…
• ¿Y dónde os reunís?, ¿hay Sanedrín o algún sitio donde hacer un buen choto?
• Calla, no des ideas, que Paco Aguado está frito de repetir. La última vez acabó disfrazado de romano dándole el coñazo a San Pedro. (Risas)
• ¿Y ese botón?
• Es el botón de la lluvia.
• ¿Pulsar y listo: se pone a llover?
• Ya estás trajinando. (Risas)
* Según refiere en su crónica el autor de “Almuñécar entonces”, la Virgen de los Dolores regresó a su camerino, ya restaurada, tres semanas después del fallecimiento de Pepe Almagra. Pero encontraron algo extraño. Tenía una lágrima de más derramándose por sus mejillas: 8 en lugar de 7. El maestro restaurador no pudo explicarlo, él juró y perjuró que no había grabado aquella octava lágrima.
Aquella primavera fue de las más lluviosas del siglo XXI pero, sospechosamente, no cayó ninguna gota durante los días de Semana Santa. La mañana del Viernes Santo amaneció con llovizna pero las nubes se abrieron a la hora de la celebración de "El Paso".
Todos los horquilleros de la Virgen de los Dolores entrevistados coincidieron en señalar que aquel Jueves Santo de 2025 experimentaron sensaciones raras, y que subiendo la Cuesta de la Iglesia el trono parecía bambolearse como suspendido en el aire por una fuerza nueva, como si una energía de otro mundo lo impulsara y sostuviera en el vacío.